El 6 de septiembre de 1522, diecisiete hombres y un capitán desembarcaban hambrientos, enfermos y exhaustos en el puerto gaditano de San Lúcar de Barrameda. Maltrecha y remendada, su nave, la Victoria, con 85 toneles de porte y unos 25 metros de eslora, había cortado cuatro veces la línea equinoccial y recorrido 14.000 leguas, dando por primera vez la vuelta al mundo. El capitán superviviente era Juan Sebastián Elcano.
La Victoria era una nao, nombre por el que en el siglo XVI se entendía generalmente una embarcación de alto bordo con castillo de proa y alcázar, propulsión exclusivamente de vela y diseñada específicamente para la navegación de altura. Su aparejo, distribuido en tres palos además del bauprés, era de velas cuadras en el mayor y el trinquete, con una vela latina aparejando el de mesana. Parte de una expedición formada por otras cuatro naves (Trinidad, San Antonio, Concepción y Santiago) la nao Victoria había zarpado tres años antes con una dotación de 237 hombres al mando del portugués Fernando de Magallanes, con el fin de encontrar un paso que uniera Europa y las Indias por el Oeste. Juan Sebastián Elcano era entonces maestre a bordo de la Concepción.
El viaje hecho por los españoles en el espacio de tres años alrededor del mundo es una de las cosas más grandes y maravillosas que se han ejecutado en nuestro tiempo
Giovanni Battista Ramusio (Venecia, 1485-1557)