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El Titanic

El 15 de abril de 1912 un titular inconcebible presidia la primera pagina de los periódicos más importantes de Inglaterra: el Titanic, el barco mayor y más seguro de su época, había desaparecido bajo las aguas hacia las 2.30 de la mañana tras colisionar con un iceberg. El 16 de abril, diarios de todo el mundo hablaban ya de las pérdidas en este buque hundido en su viaje inaugural: entre 1.200 y 1.800 víctimas, según las fuentes.

Lo cierto es que menos de 700 personas de las 2.200 que viajaban a bordo se salvaron. Una tragedia que conmocionó a sus contemporáneos y cuyo eco perdura hasta nuestros días. Sin duda, el naufragio más famoso de la Historia.

Construido entre 1909 y 1912 en los astilleros de Harland y Wolff en Belfast, el RMS Titanic (Royal Mail Steamship Titanic) era el segundo de los tres trasatlánticos que formaban la Clase Olympic, propiedad de la naviera White Star Line. Con una eslora de 269,2 metros, una manga de 28,2 y un calado de poco más de 10, el Titanic desplazaba más de 52.000 toneladas. Desde la quilla hasta el extremo superior de sus chimeneas, era casi tan alto como un edificio de veinte pisos. Para su construcción llegaron a emplearse 15.000 trabajadores y sólo el casco estaba cosido con tres millones de remaches que sumaban unas 1.200 toneladas. Con dos gigantescos motores de vapor de cuatro cilindros cada uno que combinaba con una turbina Parson, la propulsión de este buque sumaba unos 50.000 CV. Además, sobre su cubierta se elevaban cuatro chimeneas de más de veinte metros y dos mástiles de sesenta y dos metros de altura, vestigio de los antiguos veleros.

Nos hemos acostumbrado a poner nuestra confianza en lo material, en las aptitudes técnicas, en los inventos y en los logros de la ciencia, hasta tal grado que hemos llegado a creer que con esas cosas podemos vérnoslas hasta con los dioses inmortales.

Joseph Conrad