Barcos de Leyenda

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La Nave Argo

El Argo es sin duda una de las naves más famosas de todo el imaginario griego. Quizá incluso la más antigua; algunos autores clásicos como Catulo, Ovidio, Higino o Eratóstenes consideraban que había sido la primera en surcar los mares. Aunque sabemos que hay navegaciones anteriores, esta embarcación fue protagonista, hace más de 3000 años, de una aventura épica que ha trascendido hasta nuestros días: el viaje de Jasón y los Argonautas en busca del vellocino de oro.

Según la tradición, el Argo era un pentecóntero: un ancestro de la galera cuyo nombre deriva de los 50 remos que servían, junto con una vela abatible, para propulsar la nave. Los remos se distribuían en una fila única, 25 por banda (aunque sabemos que los pentecónteros posteriores podían tener varias órdenes de remos), cada uno impulsado por un remero que, en esta época y a diferencia de lo que ocurriría siglos después, era un hombre libre. La nave pentecóntera servía tanto a propósitos de comercio como de guerra y era de fondo plano, rondando los 30 metros de eslora y 4 de manga. De escasa altura, era ligera y poco pesada; podía sacarse fácilmente del agua, como vemos tanto en la obra de Homero como en las Argonáuticas, y alcanzaba los 9.5 nudos de velocidad. Según la leyenda, la embarcación que nos ocupa fue construida por el carpintero Argos en Tesalia con ayuda de la diosa Atenea, protectora de la navegación. Aunque la madera utilizada procedía en su mayoría del monte Pelión, la proa fue tallada por la propia diosa en una pieza de encina traída del Oráculo de Dodona, otorgando al Argo el don de la palabra y la profecía. Esta nave, tripulada por Jasón y los Argonautas, realizó un viaje desde Tesalia hasta la Cólquide, a través de un hasta entonces inexplorado Mar Negro.

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